EL TORREON DEL CASTILLO DE LA GUARDIA
Don Manuel Romero de Castilla, consecuente en los
ofrecimientos que nos tiene prometido de interesarse por algunos castillos o
fortalezas para que sean atendidos en sus necesarias reparaciones, por ser
ejemplos dignos de conservación por su arquitectura y su historia, nos remite
unas interesan referencias del torreón
del Castillo de La Guardia,
cuya restauración hemos solicitado de la Dirección de Bellas Artes. A tan ilustre escritor agradecemos su colaboración,
esperando que sean atendidas sus súplicas.
Durante los reinados de Alfonso VI y Alfonso VII
la villa de La Guardia,
con las restantes villas y territorios toledanos, fue incorporada al poderío
cristiano en lucha contra los walies y reyes musulmanes. Los cristianos
aseguraban sus plazas de las acometidas del enemigo fortificando de la mejor manera
las villas conquistadas. Así sucedió con la villa de La Guardia.
Situado
al lado izquierdo su mayor y Principal núcleo de población, que corta actualmente
la carretera de Madrid a Cádiz, kilómetro
82 –antes Camino Real-, dejando a
su derecha algunos silos habitados por rurales. Ni que decir tiene que su
envidiable situación, junto a tan importante arteria de comunicación –sustitución ya entonces de las antiguas “vías” romanas-,
seria motivo de codicia la posesión de la villa, y además, por su situación
estratégica.
La Guardia,
situada en la meseta de una colina geológicamente de forma peninsular, no
circundada por aguas de mar o rió, sino abrazada por un fértil valle, se aísla
e intercepta la continuidad de la gran meseta castellana entre Ocaña y Tembleque,
sin que por ello deje perder lo conceptual y característico con que pintó
Cervantes a los habitantes y tierras de la Mancha. Los cristianos, al lado
Oeste, edificaron un Castillo, a cuyo pie, y en la planicie del valle,
serpentea ondulante el “antiguo Camino Real”.
Desde este Castillo entonces,
ahora lugar o sitio, se domina, salvando el valle, la meseta de Ocaña. A partir
del reinado Felipe II, el Castillo pasó a ser palacio de los señores de
Guardiola, y necrópolis, desde la última mitad del siglo pasado hasta los
próximos y actuales tiempos.
Del Castillo partían unas murallas, que en su
ámbito interior contenían el antiguo pueblo -denominado la Villeta, con la antigua
iglesia que no existe- antes Sinagoga del Norte.
La muralla tenía varios
“torreones” de los cuales sólo uno se conserva en parte; próximo entonces a la
también “fortaleza” residencia del alcaide del Castillo y señor de la villa,
hoy Casa-Ayuntamiento. Situado se haya el “torreón” mirando al Mediodía, tan cilíndrico como vanguardista
y retador, suspendido, incrustado y asido, como nido de golondrina al corte
vertical de la colina, rodeado de silos, como si le disputaran su antigüedad;
en actitud de vigilante permanente y admiradora de los vehículos de tracción
oculta, en sus tiempos nigromantica y misteriosa, que rápidos y suntuosos se
deslizan a pocos metros de su aprehensor peldaño y toman nuevamente la meseta
castellana hacia las rutas de Don Quijote y tierras de Dulcinea, recogiendo por
medio de sus, aspilleras momentáneamente diseminadas, el eco zumbón de los
motores como si tuviere ocasión de un nuevo afán de defensa o reconquista.
La Reina Doña Berenguela,
esposa. del Rey Alfonso VII, donó sus rentas para la conservación de los “torreones”
del Castillo y lienzo de su fabrica, mansión del señor de la “forta1eza”, como
se dice anteriormente. La donación, pasado él tiempo, paso a integrar los
bienes del Concejo. El “torreón” ocupa un lugar atractivo para el turista. Restauremos,
conservemos este vestigio.
MANUEL
ROMERO DE CASTILLA23-XII-1953
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